Durante mucho tiempo creí que mostrarme fuerte era sinónimo de tenerlo todo resuelto. Que ser “intensa”, “sensible” o demasiado honesta con lo que sentía podía jugar en mi contra. Me acostumbré a mostrar mi parte más funcional, la que resuelve, la que puede con todo. Pero con los años —y con muchas lágrimas, procesos terapéuticos y vínculos que me enseñaron— entendí algo clave: la verdadera conexión no nace cuando fingimos que no nos pasa nada, sino cuando nos atrevemos a mostrarnos tal como somos.
Hoy quiero hablarte de esa dupla poderosa y muchas veces incómoda: vulnerabilidad y confianza. Porque ahí es donde está la raíz de los vínculos que realmente nos nutren, que nos transforman, que nos abrazan en lo que somos, no en lo que aparentamos ser. Ser vulnerables no es fácil, lo sé. Requiere coraje, práctica y sobre todo, un espacio seguro. Pero también te aseguro que es la única forma real de intimidad emocional.
No estamos hablando de relaciones perfectas, ni de estar 100% disponibles emocionalmente todo el tiempo. Estamos hablando de relaciones que nos invitan a quitarnos las máscaras, a dejar el control, y a respirar en un lugar donde podemos simplemente ser.
¿Por qué nos cuesta tanto ser vulnerables?
Porque nos enseñaron que ser vulnerables es peligroso. Que si te mostrás con miedo, con dudas o con heridas, vas a ser “demasiado”, “débil” o “fácil de herir”. Muchas mujeres aprendimos a sobrevivir ocultando lo que sentimos, adaptándonos a lo que se espera, guardando el llanto y apretando los dientes para seguir. ¿Te suena? A mí sí.
La vulnerabilidad no es una exposición sin cuidado. Es una práctica consciente de mostrar aquello que es verdadero para vos, aunque no sea perfecto. Es decir: “esto soy”, “esto me pasa”, “esto me importa”. Y sí, da miedo. Porque implica soltar el control, abrir el pecho, confiar en que el otro va a saber recibir eso sin juzgar.
Pero hay algo hermoso que pasa cuando lo hacemos: nos liberamos del peso de sostener una versión que no somos. Nos acercamos. Dejamos de actuar para ser queridas y empezamos a ser reconocidas. Porque cuando la otra persona ve tu vulnerabilidad y se queda, la conexión se vuelve real. Más humana, más profunda, más posible.
La confianza se construye, no se regala
Confianza no es algo que surge de inmediato solo porque hay química o buena conversación. Es un proceso. Es una construcción cotidiana de coherencia, cuidado y escucha. No podemos abrir el corazón con cualquiera, ni deberíamos. Necesitamos primero observar si la otra persona sabe sostener lo que compartimos, si nos cuida, si responde desde el respeto.
Confiar no es ciego. Confiar es notar que el otro está, que no huye cuando hay conflicto, que se puede hablar de lo incómodo sin miedo a la burla o el silencio. Es saber que lo que compartiste no será usado en tu contra. Es ver que hay presencia, coherencia y reciprocidad. Por eso digo que la confianza se construye con el tiempo, pero también se puede destruir rápido si no la cuidamos.
Y ojo: también es importante preguntarnos si nosotras estamos siendo confiables. ¿Cómo reaccionamos cuando alguien se nos muestra vulnerable? ¿Sabemos escuchar sin interrumpir, sin querer arreglar todo, sin minimizar lo que la otra persona siente? La confianza se sostiene entre dos, y ambas partes necesitamos comprometernos con ese espacio emocional.
¿Y qué pasa cuando nos animamos a abrirnos?
Pasa algo precioso: empezamos a sentirnos más libres. La apertura emocional no solo fortalece el vínculo con el otro, también nos reconcilia con nosotras mismas. Porque nos damos el permiso de sentir, de necesitar, de no tener todas las respuestas. Y eso, lejos de debilitarnos, nos hace más fuertes y más humanas.
Una relación con verdadera intimidad emocional no es una relación sin conflictos, es una relación donde podemos hablar incluso cuando duele. Donde hay espacio para decir “esto me tocó”, “esto me dolió”, “esto necesito”. Y también hay lugar para celebrar lo bonito, para decir “me hiciste sentir amada”, “me sentí cuidada”, “te valoro mucho”.
Mostrar la vulnerabilidad crea puentes. Y cuando dos personas se animan a cruzar esos puentes con cuidado, con intención y con presencia, se crea una conexión profunda que trasciende el enamoramiento y se convierte en vínculo real. Uno que se construye día a día, con valentía, con ternura y con límites claros.
💬 Quiero que hablemos de esto
¿Te cuesta mostrar tu vulnerabilidad?
¿Te ha pasado que confiaste y no te cuidaron?
¿Has tenido experiencias donde sentirte vista/o/e desde tu verdad cambió todo?
Me encantaría que me cuentes en los comentarios o por mensaje privado. Amo cuando este espacio se vuelve un espejo entre nosotres, cuando compartimos no solo desde la teoría, sino desde lo que hemos vivido. 💌
✨ Este tema lo trabajamos a fondo en mi programa "Amor Consciente", que arranca en mayo 2025. Un espacio seguro, profundo y transformador para aprender a vincularte desde el amor propio, el cuidado mutuo y la conciencia. Es la única edición del año, así que si sentís que es tu momento de hacer las cosas diferente, de vivir un vínculo que sí se parezca a vos… te espero con el corazón abierto.
💜 Gracias por leerme, por estar acá y por compartir esta búsqueda. Nos seguimos acompañando.