El éxito en una relación de pareja no depende únicamente del amor o la pasión; está profundamente vinculado a la capacidad de ambos integrantes para construir un proyecto de vida compartido. Como decía Bert Hellinger, el éxito en una relación de pareja requiere que ambas partes abandonen los principios que rigen en sus familias de origen y construyan nuevas bases que funcionen para ambos. Este acto de independencia emocional y relacional es clave para establecer un vínculo sólido y duradero.
Sin embargo, hay dinámicas invisibles que amenazan la estabilidad de una pareja. Entre ellas destacan las infidelidades, que no siempre son físicas, pero igualmente minan la confianza y el compromiso en el vínculo.
Tres Tipos de Infidelidad y su Impacto en la Relación
1. Infidelidad Mental
Pensar recurrentemente en alguien más, idealizando una posible conexión, es una forma de traición mental. Aunque no haya contacto físico, este tipo de infidelidad abre un espacio de desconexión con la pareja, ya que los pensamientos están centrados en otro lugar. Este tipo de infidelidad puede surgir de insatisfacciones no expresadas en la relación actual o de la fantasía de un vínculo "perfecto" que parece más atractivo que enfrentar los desafíos reales.
2. Infidelidad Carnal
Es el tipo de infidelidad más comúnmente reconocida: un encuentro físico con otra persona. Esto puede variar desde un beso hasta una relación sexual prolongada. La infidelidad carnal rompe acuerdos explícitos o implícitos de exclusividad y, aunque muchas veces se minimiza como un "error", sus consecuencias emocionales pueden ser devastadoras para ambas partes.
3. Infidelidad Cordial
Este tipo de infidelidad es menos visible, pero igual o más dañina: ocurre cuando alguien da prioridad a otra relación (con padres, hijos, amigos, etc.) por encima de la pareja. Poner a los padres o los hijos en primer lugar, justificándolo con frases como "primero conocí a mi madre" o "mis hijos siempre serán lo más importante", puede debilitar el vínculo de pareja. No se trata de abandonar emocionalmente a los padres o hijos, sino de entender que la pareja necesita ser la prioridad para que el vínculo florezca.
La Prioridad de la Pareja: Construir un Proyecto Propio
La relación de pareja se puede comparar con un nuevo negocio que necesita atención constante para crecer y fortalecerse. Si una persona toma recursos (tiempo, atención o energía emocional) que deberían destinarse a este "negocio" para dedicarlos al de su familia de origen, está cometiendo una infidelidad cordial. Este desequilibrio genera resentimientos, desconexión y, en muchos casos, el eventual colapso de la relación.
Es importante entender que los vínculos con los padres y los hijos son fuertes por naturaleza y no requieren presencia física constante para mantenerse. En cambio, la pareja, por su propia esencia, es un vínculo frágil y altamente sensible: necesita cuidado y atención continuos.
Aceptar la Naturaleza de los Diferentes Tipos de Amor
Uno de los errores comunes en las relaciones es comparar el amor de pareja con el amor hacia los padres o los hijos. Estos tipos de amor no son equivalentes, ni deberían serlo. Los vínculos con los padres e hijos son inquebrantables por definición; sin embargo, la relación de pareja tiene una naturaleza distinta: puede desaparecer si no se cultiva con intención.
Aceptar esta diferencia ayuda a valorar y priorizar a la pareja sin sentir culpa ni necesidad de justificar las decisiones.
Herramientas para Priorizar y Cuidar la Relación de Pareja
Establecer Límites con la Familia de Origen: Definir claramente hasta dónde llegan las responsabilidades hacia los padres y hermanos, y cómo esas responsabilidades se equilibran con las necesidades de la pareja.
Comunicación Constante: Hablar abierta y regularmente sobre las expectativas, los anhelos y las preocupaciones en la relación.
Reconocer los Anhelos No Cumplidos: Como menciona Hellinger, muchas veces arrastramos expectativas insatisfechas de relaciones pasadas. Es esencial identificarlas y dejarlas ir para no cargarlas a la relación actual.
Invertir Tiempo y Energía: Tratar la relación como un proyecto que necesita atención diaria. Momentos de calidad, gestos de cuidado y reconocimiento mutuo son fundamentales.
Entender que el Amor de Pareja es Frágil: Valorar el vínculo y entender su naturaleza sensible nos motiva a cuidarlo con más intención y compromiso.
La Fragilidad del Amor y la Responsabilidad de Cultivarlo
El amor de pareja es uno de los vínculos más hermosos y, a la vez, más delicados. Requiere de una priorización constante y un equilibrio consciente entre las demandas externas y la intimidad compartida. Los lazos con padres e hijos son naturales y resistentes, pero la relación de pareja necesita ser cultivada, protegida y nutrida para florecer.
No se trata de elegir entre uno u otro, sino de entender que la pareja tiene un lugar único e irremplazable en nuestra vida. Es un espacio para disfrutar, crecer y compartir un proyecto de vida que, si se cuida bien, puede traer una profunda gratificación emocional y espiritual.