El amor no es como lo pintan
Transformando nuestras ideas sobre el amor y las relaciones de pareja
Como terapeuta de pareja, he sido testigo de cómo muchas personas llegan a la consulta con una visión idealizada del amor, moldeada por mitos culturales que nos hacen creer en una idea romántica casi mágica, de la que esperamos que nos salve o nos complete. Sin embargo, he aprendido que el amor es mucho más complejo y que, para vivirlo de manera plena y saludable, necesitamos despojarnos de esas creencias y entender que el amor no es como lo pintan.
El amor no es un sentimiento que lo puede todo, como nos han hecho creer. El amor, en realidad, requiere esfuerzo, compromiso y, sobre todo, conciencia. A lo largo de este artículo quiero compartir una reflexión personal y profesional sobre qué significa realmente amar en el mundo moderno, cómo podemos liberarnos de las ataduras del amor romántico patriarcal y construir relaciones sanas y adultas que nos permitan crecer, tanto individualmente como en pareja.
1. El mito del amor romántico: Una prisión emocional
Uno de los principales problemas que veo en la consulta es la creencia en el "amor romántico", esa idea de que el amor verdadero todo lo puede y que, si algo no funciona, entonces simplemente no hemos encontrado a la persona adecuada. Este mito, que nos han enseñado desde pequeños, nos lleva a idealizar a la pareja, esperando que nos complete y nos salve de nuestras heridas.
A través de mi experiencia, he comprendido que el amor romántico, tal como lo conocemos, es una construcción cultural que nos ha sido vendida como una narrativa de control sobre las mujeres y, en general, sobre los vínculos afectivos. Este mito nos hace dependientes, nos lleva a creer que nuestras vidas no estarán completas sin la validación o el amor de otra persona.
Lo cierto es que el amor no es suficiente si no lo acompañamos con compromiso mutuo, respeto y, sobre todo, la responsabilidad de atender nuestras propias emociones. Como menciona Coral Herrera en El contrato amoroso, “nos enseñan que el amor es una experiencia divina que nos completa y nos hace felices para siempre, pero en realidad es un espacio lleno de desafíos, que puede ser una oportunidad para nuestro crecimiento personal”. Aprender a amar de verdad es comprender que no se trata de una fantasía inmaculada, sino de una construcción consciente.
2. El amor requiere construcción mutua
Muchas personas llegan a terapia preguntándose por qué, si se aman tanto, no logran tener una relación sana. Mi respuesta es siempre la misma: el amor, por sí solo, no basta. Amar no es simplemente sentir mariposas en el estómago o una atracción intensa, sino un compromiso diario de construir una relación en la que ambos se cuiden, se respeten y se acompañen.
Uno de los mayores aprendizajes que he compartido con mis pacientes es que el amor es algo que se construye con trabajo mutuo. En el camino del amor, las parejas se enfrentan a retos: negociaciones, conflictos, heridas del pasado que emergen. Y es en la manera en que cada uno de los miembros de la pareja elige resolver esos conflictos y sanar esas heridas que realmente se define la relación.
El amor no es simplemente algo que “nos pasa”; es algo que elegimos cada día. Elegimos cómo tratar a nuestra pareja, cómo cuidarnos a nosotros mismos y cómo mantener ese balance entre lo individual y lo compartido. Como terapeuta, he visto cómo las parejas más sanas son aquellas que comprenden que el amor requiere trabajo, dedicación y respeto mutuo.
3. La autonomía emocional es clave para una relación adulta
Uno de los conceptos que más promuevo en mi trabajo es la idea de la autonomía emocional. Muchas veces confundimos el amor con la dependencia, creyendo que nuestra felicidad está en manos del otro, que sin la otra persona no podemos estar completos. Pero esta creencia es extremadamente dañina.
Para poder construir un amor sano y adulto, es fundamental que cada persona dentro de la pareja sea emocionalmente autónoma. Es decir, que cada uno sea capaz de sostener su propio bienestar emocional, sin esperar que el otro lo “arregle” o lo llene. El amor no debe ser un lugar desde el cual buscamos llenar nuestros vacíos, sino un espacio donde compartimos nuestras vidas desde la abundancia de lo que ya somos.
En este sentido, la psicoterapia nos enseña que debemos ser responsables de nuestro propio bienestar emocional, aprendiendo a conocernos y a cuidarnos, sin esperar que la otra persona asuma esa responsabilidad. Solo desde esta autonomía es que podemos amar de manera equilibrada y no demandante.
4. Las relaciones no siempre son para siempre, y está bien
Otro concepto que con frecuencia trabajo en mis consultas es la idea de que no todas las relaciones están destinadas a durar para siempre. El amor no tiene que ser eterno para ser válido, y a veces, una relación cumple su ciclo y es necesario soltarla.
A muchas personas les cuesta aceptar esto, porque la cultura nos ha enseñado que el “amor verdadero” debe durar toda la vida. Pero la realidad es que las relaciones cambian, evolucionan y a veces, simplemente, dejan de ser lo que necesitamos. Esto no significa que la relación haya fracasado, sino que ha cumplido su propósito y es momento de seguir adelante.
Aprender a soltar una relación es un proceso que requiere mucha madurez emocional. Requiere aceptación y la comprensión de que no todas las historias de amor tienen un final feliz, al menos no en el sentido convencional. Pero también es una oportunidad para sanar, para reencontrarnos con nosotros mismos y abrirnos a nuevas experiencias.
5. El amor es una construcción cultural
Finalmente, es crucial comprender que el amor no es solo una cuestión biológica o instintiva; es también una construcción cultural. La forma en que entendemos el amor, la pareja y las relaciones ha sido moldeada por siglos de creencias patriarcales que nos han hecho creer que debemos encontrar a nuestra "media naranja" y que el amor es sinónimo de sufrimiento.
Para poder vivir el amor de manera más plena, necesitamos repensar estas creencias y liberarnos de las expectativas impuestas por la cultura. Como menciona Coral Herrera en El contrato amoroso, es fundamental que construyamos nuestras propias versiones de lo que significa el amor, basadas en la igualdad, el respeto y el crecimiento mutuo.
El amor no es un destino al que llegamos, es un camino que recorremos a diario, y cada persona tiene el poder de definir cómo quiere caminar ese camino.
El amor consciente como camino hacia relaciones más sanas
A lo largo de mi experiencia como terapeuta, he visto cómo el amor, cuando se vive desde la conciencia, tiene el poder de transformar nuestras vidas. Pero para poder vivir el amor de esta manera, necesitamos liberarnos de las creencias limitantes que nos han enseñado, y entender que el amor no es como lo pintan.
El amor requiere esfuerzo, trabajo conjunto y, sobre todo, una profunda autoconciencia. No podemos esperar que nuestra pareja llene nuestros vacíos emocionales, ni que el amor sea siempre fácil o perfecto. Pero si estamos dispuestos a trabajar en nosotros mismos, a construir relaciones desde la autonomía y el respeto, entonces podemos experimentar un amor que no solo nos haga crecer, sino que también nos llene de satisfacción y plenitud.
El amor es, en última instancia, una construcción que depende de cómo elegimos vivirlo. Y en ese proceso de construcción, tenemos la oportunidad de crear algo mucho más hermoso y real de lo que cualquier mito romántico podría ofrecernos.