¿DE DÓNDE PROVIENEN LOS OBSTÁCULOS PARA LA PROSPERIDAD?
El miedo al cambio es, en realidad, miedo a que te vaya bien.
No tener éxito ni prosperidad suele ser consecuencia de creencias e imágenes inconscientes. De acuerdo con Phil Laut, autor de El dinero es mi amigo, tenemos una serie de obstáculos que evitan que el dinero llegue a nosotras/os y permanezca en nuestras manos.
Paralelamente, desde la terapia sistémica, se ha observado que estas creencias y estas imágenes muchas veces tienen relación con lealtades invisibles e identificaciones con las vidas o los destinos de otros miembros de nuestra familia, y se manifiestan a través de estos obstáculos. De ahí que sea necesario mirar el pasado y a la familia, para poder cambiar esas dinámicas que, cuando las sufrimos, casi se convierten en leyes porque tienden a repetirse constantemente. Y este cambio sólo se puede lograr a través de la conciencia.
Pocas veces nos han enseñado a admirar los valores de las personas con dinero y muchas personas ven con malos ojos a quienes lo tienen. En el fondo, piensan que el dinero en sí mismo, así como poseerlo, es malo, sucio y asunto del demonio. Nunca admiramos a los ricos. La frase: “Es más fácil que pase un camello por el ojo de una aguja, que entre un rico al reino de los cielos”, ha sido interpretada como si tener dinero fuera un pecado. Lo cierto es que quien tenga esta creencia, difícilmente podrá recibir y conservar el dinero.
Las ideas acerca del dinero fueron inculcadas durante nuestra infancia y frecuentemente de manera negativa. La mayoría de los padres no hablan de su éxito económico frente a sus hijos. Generalmente, éstos escucharon quejas sobre la falta de dinero y recuerdan que sólo se hablaba del tema de manera negativa, de su escasez y como motivo de los padres para discutir y pelear.
Muchas frases repetidas durante nuestra infancia se han quedado grabadas en nuestra mente y ejercen una fuerte influencia sobre nuestra situación económica, porque de esa manera estamos guardando lealtad a nuestros padres o a quienes nos educaron. Frases como las siguientes: “El dinero no compra la felicidad”, “El dinero corrompe”, “Cuando entra el dinero, sale el amor”, nos han programado para rechazar la idea de recibir la riqueza. Lo que presenciamos en la infancia y lo que hemos observado en nuestros padres, sus actitudes y sus frases, nos han hecho concluir que el dinero es algo malo porque ha sido la causa de pleitos en la familia.
Cuando éramos niñas/os hacíamos lo que nos ordenaban porque queríamos obtener la aprobación de nuestros padres y hacer méritos para ganar el derecho de pertenecer a nuestro clan. Con el tiempo, esta práctica se volvió automática y continuamos haciendo cosas para ganar su aprobación, aunque ya no estén presentes, pero siguen dentro de nosotras/os.
Otras creencias que nos afectan para tener éxito son las imágenes colectivas. Últimamente escuchamos con mucha frecuencia que hay crisis, no sólo en el país, sino en el mundo. Muchas personas, al oír esto, han asumido la crisis antes de que verdaderamente las afecte, porque la economía, como dice Humberto Maturana, es más bien psicología. Viven su propia crisis, paralizándose, porque han aceptado de antemano la autoridad de quienes la han anunciado, tal como aceptaron lo que sus padres les dijeron.
Hemos visto que es indispensable superar estas lealtades y el condicionamiento mental para lograr el éxito. Pero para ello necesitamos reconocer y hacer conscientes estas ideas, imágenes y creencias, y abordarlas para cambiar cada una de ellas. Esta toma de conciencia requiere valentía y crecimiento interno para hacernos responsables, dejar de seguir los mandatos del pasado y comenzar a comprender que lo más importante del tiempo que se ha ido no es lo que sucedió, sino la fuerza que nos ha dado y que nos convirtió en las personas que somos hoy, con nuestras limitaciones y con nuestra grandeza.
EL CAMBIO SIGNIFICA SALIR DE TU ZONA DE CONFORT
Para obtener resultados diferentes hay que pensar y actuar de manera diferente, superando los viejos paradigmas aprendidos generalmente de padres, familia y maestros.
Todos buscamos seguridad, y en el aprendizaje sobre el trabajo la mayoría entendió que lo más seguro es ser empleado y recibir un sueldo seguro cada quincena. Sin embargo, hoy en día la realidad es diferente porque cualquiera puede ser despedido en cualquier momento y quedarse sin nada en la bolsa. Muchas personas eligen la opción de emplearse porque representa su zona de confort, a la que no quieren renunciar por no asumir riesgos.
Es importante diferenciar entre los diversos tipos de riesgos que se pueden enfrentar. Uno es el riesgo peligroso, como cuando una persona se sube al automóvil de alguien que maneja ebrio.
Otro riesgo es aquel que atenta contra la dignidad, cuando lo que se nos pide actúa en contra de nuestros valores y, por ende, de nuestro honor y de nuestra dignidad.
El riesgo más grande ya lo asumimos al salir de nuestra zona de confort primaria (el vientre de nuestra madre), el riesgo implicado en el proceso de nuestro nacimiento, cuando tanto el bebé como la madre pudieron haber muerto. Y aquí estamos: vivos/as.
Además, muchos de nosotrxs ya experimentamos heridas, dolores y eventos trágicos… Y estamos vivos; haber sobrevivido nos da la fuerza para enfrentar este nuevo riesgo, creativo como la vida que nos dio nuestra madre, junto con nuestro padre. El miedo al cambio es, en realidad, miedo a salir de nuestra zona de confort.
Las oportunidades pasan frente a nosotrxs una y otra vez, pero desde nuestra cueva segura no las vemos porque cerramos las puertas de nuestra casa en lugar de mantenerlas abiertas, para no salir de la zona de confort. Cuando tomamos la decisión de volvernos abundantes, después de haber reconocido nuestros obstáculos, y decidimos hacer otra cosa, las oportunidades comienzan a hacerse visibles.